miércoles, 6 de junio de 2007

EN BUSCA DEL TIEMPO PERDIDO


Era un segundo que caminaba con toda calma por el centro del tiempo, cerca de la Avenida Principal, donde trabajaban todos los instantes. Caminaba despreocupado y feliz. De pronto cayeron sobre él los minutos policías que venían bajo las órdenes de una hora magnífica vestida de impaciencia, que leyó la sentencia al segundo capturado:

Se te acusa de negligencia y desamparo. Irresponsable y sosegado. Se te condena a volver a tu lugar en el reloj que te asignaron. Y tomaron al segundo que miraba entendiendo todo, porque desde que era un momento en la preparatoria, le enseñaron que no hay tiempo que perder.

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