lunes, 3 de marzo de 2025

ELEGÍA VÍVIDA A ARISTÓTELES ESPAÑA


Hasta entonces

era silencio.

Libros y silencio, 

largas tardes y silencio;

invisible

hasta el aburrimiento

en un lugar invisible,

entre los retamos y

los cercos de madera.


Entonces llegaron los versos

llegaron como 

un río espeso y desconocido

con clandestinas corrientes 

                                submarinas.


Entonces

mi alma escondida de ingeniero

armó la estructura

el canal donde

los versos debían llegar

a un océano sin nombre.


Palabras, palabras, palabras

salidas de los cajones,

de las miradas inquietas,

como pájaros salvajes,

como gorriones o zorzales,

buscando el signo adecuado

la verdadera

                            significación

el imperturbable significado.


Así

me llegaron hasta

convencerme en su enredadera,

decirme que podía decir 

sin esperar que me vieran.


Entonces

imaginé mi postura

como un caballero quieto

bajo un puente o en una choza 

perdida donde estaba

el centro del mundo.


Surgí 

de esa manera

para el amor

o el combate.

A dura penas se abrió

el clavel de mis 

profundidades.


Fui de la soledad.

En los primeros versos

de la muerte y lo antiguo;

de lo aceptable; de la forma, antes que 

el continente me llame

con la garganta rota.


Y una mañana apareció

con sus lentes negros

con su voz de arcoiris

y su cara de nieve;

parecía avanzar como

si no estuviera vivo

en esas calles pequeñas

con olor de puerto, 

con sabor de trasnochadas.


Apareció y nadie

sabía quién era él, 

que venía abriéndose camino

con la poesía

"como una lámpara colgada en el 

techo de la filosofía".


Tal vez por

su nombre antiguo

su apellido multitudinario

o por

su estatura 

de niño abandonado,

fugitivo de piratas, 

sobreviviente de calabozos


que nadie hizo de él 

una estatua


o porque no creyeron 

que moriría joven


porque no mueren

los que no pueden


se quedan 

congelados frente a un lago

mirando desde lejos las nubes.


Escriben como condenados

y nadie se entera

de sus temas y sus olvidos.


Y pocos saben

que se llama 

                    Aristóteles España

que salió de Dawson

Tal como entró

con sus ojos liceanos

con un mechón sobre los ojos

y una camisa oscura.


Dentro suyo bailaban

la poesía y los viejos verseros

de una historia no contada.


Tras de su pulso

un reloj de ancianos de la tribu.


Tras de sus manos 

un lápiz y un cuaderno.


En mi corazón de poeta

tempranero y medio niño

un desconocido Aristóteles España.


Ahora

viejo y poeta

le escribo

cuando él es ceniza.

                        Ahora (le escribo)

                                    No después.


                    AHORA.


(Homenaje siempre tardío, siempre merecido, a mi primer gran maestro en la literatura. Abrazos y sentidas reverencias en memoria de Aristóteles España, poeta de Castro, nacido en 1955 y fallecido en 2011, en Valparaíso. Parte importante de su obra y su reconocimiento es en Punta Arenas, donde dejó un legado enorme entre la juventud magallánica que pudo conocerlo de manera personal.)



  

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